Caminaba yo sin rumbo,
por un camino
denso de neblina;
cuando observé a
un ser ,
refugiándose en
las piernas de una mujer,
y así le habló:
Amparo, ampárame
bajo la tibieza de tu piel,
pero no permitas
que tu nombre,
sea lo contrario
de lo que debe ser.
Deja que tu tez
morena,
recorra todo mi
cuerpo,
y que tus lindos
ojos negros,
sean el espejo
para yo mirarme;
acaríciame siempre
con tu mano suave;
no me dejes por
favor,
no me dejes.
Mira que es de
noche y hace frio;
¿Has pensado que
haría solo,
por este largo
camino,
donde mi único
destino seguro,
es la muerte?.
Ampárame Amparo ,
bajo la ilusión de
haber sido,
y ser siempre el primero,
aunque te acuestes
con otro,
aunque no tengas
dueño
Amparo ampárame,
bajo la luz de tus
sueños,
y permíteme ser
esa pizca de dulzura,
que no puede
faltarle a tus ensueños.
Ampárame mujer,
bajo tu mundo de
recuerdos,
y permíteme ser
ese alguien,
que aunque esté
lejos,
siempre es parte
de tus sueños.
La mujer lo miró
sonriendo y le dijo:
Me pides Amparo ,
por llamarme
Amparo;
¿ no te das
cuenta,
que estoy tan
desprotegida de sombra,
que la nieve nos
quema ,
uno al lado del
otro?
¿dime que amparo
puedo ofrecerte,
si mi amparo es tu
sombra?.
Hubo un silencio
grande ,
que nadie
interrumpió;
luego el hombre se
marchó,
y ella quedó sola
,a la deriva;
arrullada por la
triste voz del viento,
mientras la nieve
la quemaba.
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